Gremios: a defender consumo interno, sin llegar al proteccionismo

Desde mucho antes de comenzar la pandemia del covid-19, con campañas como ‘Compra lo nuestro’ (lanzada en noviembre de 2018), el Gobierno nacional viene incentivando la adquisición y consumo de los bienes fabricados en el país, además de ofrecer un respaldo a los empresarios locales.

Hoy, la relevancia de ese tipo de iniciativas cobra aun más valor cuando Colombia –así como el mundo entero– atraviesa uno de los periodos más difíciles e inciertos de su historia, por lo que las decisiones y medidas que se tomen en este momento serán determinantes para su futuro y el de todos sus habitantes.

Por eso, varios dirigentes gremiales expresaron sus razones para unirse a ese clamor de apoyar la industria nacional, no solo como un simple gesto de solidaridad, sino por todo lo que ese espaldarazo significa en distintos aspectos trascendentales para la nación.

Para Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco, comprar colombiano es importante porque de esta forma se incentiva la producción nacional, el mejoramiento de la industria y la generación de empleo.

Sin embargo, también dice que es fundamental hacerlo en el marco de una sana competencia, es decir, que sean artículos de igual o mejor calidad y con precios iguales o más bajos que los importados, porque cree que también hay que defender los derechos del consumidor, quien tiene la posibilidad de encontrar una gran oferta en el comercio del país (de productos nacionales e importados). “Qué bueno que se pueda adquirir lo local, pero siempre y cuando se ajusten a precios razonables y a una óptima calidad”, precisa.

Para él, Colombia puede tener ventajas productivas y competitivas en muchos renglones de la producción nacional, especialmente en el sector agropecuario y en el conjunto de la agroindustria, donde existe una importante producción y una diversificación que, inclusive, abastece no solamente al país sino a algunas naciones vecinas y del exterior.

“Pero también es vital fortalecer la capacidad competitiva y productiva de sectores como las confecciones y el calzado, que requieren todavía una mayor innovación tecnológica, una mejor competitividad y, por supuesto, –que es ahí donde está gran parte del reto que tienen el país y el Gobierno–, para que a través de este mejoramiento de la productividad y la competitividad se pueda llegar a mayores niveles de calidad y precios más competitivos respecto a los importados”, recalca Cabal.

A su vez, Javier Díaz Molina, presidente ejecutivo de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex), considera que en esta coyuntura –cuando se han roto esas cadenas globales de valor, particularmente con Asia, y el comercio internacional está teniendo una caída fuerte– es importante ver cómo se estimula la compra de productos nacionales, sin que ello signifique volver al proteccionismo ni que el país se vaya a cerrar, a subir aranceles o a establecer para-aranceles. “Creo que se trata de promover la adquisición de artículos colombianos, pero sin pensar en regresar a barreras que lleven a perjudicar a los consumidores, obligándolos a pagar productos más costosos o con precios artificialmente mucho más altos”.

Agrega que sectores como el agrícola y el agroindustrial tienen posibilidades de crecer en la atención del abastecimiento nacional, y que cuando se rompen esas logísticas internacionales resulta mucho más conveniente ver cómo se logra el aprovisionamiento nacional, por lo que piensa que los segmentos de los alimentos, las bebidas y la agroindustria en general tienen muy buenas oportunidades.

Así mismo, Díaz siente que hay fortalezas en lo relacionado con la industria liviana, pues Colombia tiene un aparato industrial de manufacturas livianas que bien puede atender la demanda interna. De esta manera, anota Díaz, sectores como confecciones, calzado, prendas de vestir y productos plásticos tienen buenas posibilidades de ganar participación en el mercado local durante esta época.

“Tenemos que ver cómo bajamos costos logísticos, particularmente temas de transporte y almacenamiento, que continúan teniendo unos costos muy altos en el país. El avanzar en transporte intermodal, la posibilidad de usar el ferrocarril y el río Magdalena para transportar cargas de gran peso/volumen es fundamental. Hoy tenemos una frecuencia semanal La Dorada – Santa Marta, por lo que hay que revisar cómo se amplía esto e, igualmente, utilizar el Magdalena con ese mismo propósito de reducir costos logísticos”, señala Díaz.

Agro y tejido empresarial

De acuerdo con Rafael Hernández Lozano, gerente general de Fedearroz, se debe comprar colombiano. Primero, porque significa generar empleo; segundo, que los agricultores de maíz, arroz, soya, hortalizas, etcétera, puedan vender sus productos sin una competencia de países que tienen altos subsidios a los productos agrícolas y a las exportaciones; y tercero, porque cree que es hora de que el Gobierno se dé cuenta –como lo ha dicho el presidente Duque en diferentes oportunidades– de que hay que apostarle a la producción nacional, pero para que esto se pueda hacer se deben revisar los acuerdos de libre comercio porque, advierte, es muy difícil que los agricultores del país puedan competir con esos subsidios internacionales. “Por eso se debe trabajar, principalmente, por el empleo en el campo y por la posibilidad de que el agricultor tenga unos ingresos justos y razonables por lo que produce” acota Lozano.

El directivo afirma que el país tiene potencial para producir diversidad de productos; no en vano está entre los siete mercados que pueden ser despensas del mundo, lo que es posible gracias a los recursos hídricos y las posibilidades de sus tierras y suelos.

Para mejorar la competitividad nacional, Lozano añade que también se necesita de inversiones públicas en el campo, vías terciarias, distritos de riego, adecuación de las tierras y créditos razonables para los agricultores, con tasas de interés no solo pagables sino -inclusive- subsidiadas para poder auspiciar y mejorar la productividad.
“Llegó la hora del campo, porque ahora es que nos damos cuenta en todas partes lo importante que es la seguridad alimentaria, primero esto y después cualquier otra cosa. Para que esta se garantice, deben comprarse los productos colombianos y se deben facilitarle al agricultor la posibilidad de que los pueda producir de una forma eficiente”, recalca Hernández.

Por su parte, Rosmery Quintero, presidente nacional de Acopi, asegura que en la medida en que los colombianos compren los productos nacionales y consuman servicio nacional, se está ayudando al tejido empresarial propio, porque hay un mensaje claro: independientemente de que se siga pensando global, hay que actuar localmente, y una acción coherente es comprar nacional y local, es decir, lo más cercano posible a la gente, porque es esto lo que genera el empleo. “El empleo cierra brechas sociales y genera también una activación de la demanda, que es lo que está necesitando el sector empresarial en estos momentos”.

De otro lado, según ella, los sectores que necesitan más apoyo indudablemente son los que aún están cerrados: todo lo que es turismo y hotelería -que tienen gran afectación-, las agencias de viajes, la Economía Naranja, temas de banquetes, etcétera.
Por eso, Quintero no duda en enfatizar que este último sector realmente necesita unas medidas profundas y por mucho más tiempo, porque ellos –a pesar de que en un momento dado se esté considerando la reapertura, por ejemplo, de restaurantes– tienen un agravante y es que el aforo es limitado.

“Cuando te colocan unas condiciones de aforo, como también se está haciendo en los aviones, entonces ¿qué pasa?, que tienes una capacidad instalada que no las vas aprovechar al máximo, y así muchas veces la estructura de costo no te alcanza. Todo lo anterior me lleva a hacer un llamado a la ciudadanía, a los colombianos, para que apoyemos la industria, porque en la medida en que la apoyemos estaremos haciendo un bien para todos como comunidad”, concluye Quintero.

Tomado de: El Tiempo