Los retos de una Colombia naranja
Cuando Buitrago y Duque (2013) publicaron `La economía naranja, una oportunidad infinita´mencionaban lo que significaba la economía naranja y las oportunidades que esta podía generar para América Latina y el Caribe. Hoy ese debate, si bien ha tenido un desarrollo importante en los últimos años, deja todavía algunas aristas que pueden desarrollarse de manera adecuada en Colombia.
En primer lugar, la economía naranja puede ubicarse dentro de los bienes y servicios que tienen un fundamento en la propiedad intelectual. En ese sentido, no es un nuevo sector en el mundo, sino que debe recategorizarse con el fin de tener unas líneas de acción concretas que permitan su promoción de manera correcta, tal y como se ha tenido en el país.
Está decidida promoción de la economía naranja en Colombia plantea enormes retos, teniendo en cuenta el contexto económico y social del país. En primer lugar, la formalización laboral que se ha convertido en una política de Estado que ha requerido ingentes esfuerzos durante los últimos años, va a tener un gran reto con la economía naranja. De igual forma, existe un reto desde el ámbito tributario, ya que es un sector frente al que no hay una clara definición de su aporte fiscal, teniendo en cuenta que no existen mediciones concretas frente al mismo en el país. Todo esto sin contar con los desafíos que se tienen en educación, ciencia, tecnología e innovación, pilares sobre los que descansa cualquier iniciativa.
El primer punto controversial frente a la economía naranja es su definición, lo cual puede estar atado a su complejidad, la novedad del concepto y la flexibilidad del mismo, dada la cantidad de líneas grises que se pueden encontrar entorno a su significado. Esta dificultad es abordada por Buitrago y Duque (2013), cuando reconocen la variedad de términos que pueden encontrarse alrededor de la economía naranja, color que fue acuñado por los pigmentos que se utilizaban en el antiguo Egipto para adornar las tumbas faraónicas, y en general es un color que distingue a la cultura, la identidad y la creatividad.
En ese orden, la economía creativa que abarca la economía naranja puede comprender los sectores que tienen fundamento en la propiedad intelectual, tales como la arquitectura, artes visuales y escénicas, artesanías, cine, diseño, editorial, investigación y desarrollo, juegos, juguetes, moda, música, publicidad, software, televisión, radio y videojuegos. De allí también se desprenden conceptos como las mentefacturas, definidas como los bienes y servicios que llevan consigo un valor simbólico intangible que supera a su valor de uso, o las kreatópolis, entendidas como las ciudades que son ejes de desarrollo de la economía naranja (Buitrago & Duque, 2013).
Uno de los retos que se plantea en el marco de la promoción de la economía naranja es su medición. En el marco de las discusiones de la economía, una dificultad mayúscula se encuentra en las mediciones del sector servicios y su impacto en el crecimiento económico. Si bien hay aproximaciones que permiten tener una certeza de su aporte al producto mundial, la economía naranja puede plantear mayores retos, teniendo en cuenta que los sectores que abarca no son habitualmente cuantificados, dado que la creatividad, las artes y la cultura son la materia prima del mismo, están relacionados con la propiedad intelectual (Buitrago & Duque, 2013). Así, si bien se tienen aproximaciones, no hay acuerdo en las definiciones y lo que ellas abarcan, por ende, las comparaciones internacionales podrían tener un grado de subjetividad.
En esa línea, la economía naranja puede ser vista como un sector con un alto grado de influencia de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), con lo cual tiene una dinámica de cambios rápidos, siendo también un reto para las políticas públicas y la regulación sobre el mismo.
Marco de política naranja
En general, dentro de la política pública del país no ha existido un ordenamiento articulado que promueva la industria creativa. No obstante, es posible encontrar iniciativas de diferentes sectores, como TIC o Cultura, en donde se brindan apoyos a los emprendedores del sector o se generan líneas que estimulan el trabajo en este campo. Ejemplo de ello son las Leyes 814 de 2003 y 1556 de 2012, al igual que el documento CONPES 3659 que dicta la política nacional para la promoción de las políticas culturales en Colombia.
Otro ejemplo de apoyos que se han establecido en el país, se ofrece a través de plataformas como Artesanías de Colombia, entidad de economía mixta del orden nacional, vinculada al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, que busca incrementar la participación de los artesanos colombianos dentro del sector productivo, generando un posicionamiento a nivel nacional e internacional.
Sin embargo, es un hecho reciente el apoyo articulado que ha tenido el sector. Hace un par de años se publicó la Ley 1834 de 2017 “Por medio de la cual se fomenta la economía creativa Ley Naranja”, la cual tiene como objetivo “desarrollar, fomentar, incentivar y proteger las industrias creativas. Estas serán entendidas como aquellas industrias que generan valor en razón de sus bienes y servicios, los cuales se fundamentan en la propiedad intelectual”. En este punto, es claro que su delimitación está ceñida a lo que se revisó en el acápite anterior en cuanto a la definición de la economía naranja.
Con respecto a lo anterior, a partir de la nueva administración del Ejecutivo, se advierten importantes avances con el fin de promover la economía naranja en el país, teniendo en cuenta que ya se tenía un marco normativo general. De allí se desprende la Creación y reglamentación del funcionamiento del CNEN y la creación del Viceministerio de la Creatividad y la Economía Naranja.
Por su parte, si bien ya está establecida la Política Naranja, las Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022 “Pacto por Colombia, Pacto por la Equidad” formulan en una de sus líneas, el “Pacto por la protección y promoción de nuestra cultura y desarrollo de la economía naranja”. Allí se establecen las líneas de política específicas que tendrá el Gobierno nacional para desarrollar durante el cuatrienio frente a las industrias creativas del país.
Por otra parte, a finales de 2018 se expidió la Ley 1943 “Por la cual se expiden normas de financiamiento para el restablecimiento del equilibrio del presupuesto general y se dictan otras disposiciones”. En esta norma se modificó el Estatuto Tributario y se estableció un incentivo tributario para empresas de economía naranja, con una renta exenta a partir del año 2019 y por siete años, para las firmas del sector que cumplan con unos requisitos de inversión y empleo y sean aprobadas por el CNEN. Del mismo modo, se aclaró el incentivo tributario establecido en la Ley 98 de 1993, para las creaciones literarias de la economía naranja.
Retos para la economía naranja colombiana
Como se observa, las oportunidades para el país derivadas del potencial de la economía naranja son innumerables. Sin embargo, la promoción de este sector puede llevar a tener unos desafíos en términos de política pública que pueden ser abordados desde varios campos. A continuación se enumeran algunos de los retos que se derivan de la implementación de una Política Naranja en el país
- Informalidad. La informalidad en Colombia abarca al 47,2% de la población ocupada en las 13 ciudades principales (Observatorio Laboral LaboUR, 2018). El hecho de que casi la mitad de la población ocupada en el país sea informal ya presenta un reto para la economía en general. Si se aúna a este hecho la tendencia internacional conocida como la economía gig , la cual tiene gran influencia en las industrias creativas, el país se encuentra ante un gran reto. El mercado laboral colombiano, tal y como está concebido en la actualidad, presenta rigideces que no permitirían formalizar a los trabajadores de las industrias creativas. En ese sentido, para el Estado colombiano es un desafío regular las nuevas relaciones que existen entre trabajador- empleador, de tal forma que no se generen efectos colaterales como un incremento de la informalidad o menores cotizaciones a seguridad social.
- Tributación del sector. Asociado al reto de la informalidad, se encuentra el de la tributación de las empresas. La entrada de nuevos actores emprendedores y la promoción de inversión extranjera en el sector, debería redundar en un mayor recaudo impositivo. Sin desconocer su impacto en la economía como un todo, sin embargo, al ser un sector altamente informal, el recaudo generado podría no tener proporcionalidad con la inversión pública que se está generando sobre el mismo.
- Educación. Sin duda, la educación tiene un papel fundamental en el crecimiento de la economía naranja. Esta puede ser abordada desde varias perspectivas. Por una parte, el desarrollo de las industrias creativas descansa sobre una base de un acceso adecuado a TIC, por lo que continuar el trabajo para estimular el capital humano de este sector es fundamental. Por otro lado, los emprendedores y en general el talento humano de la industria, puede tener falencias en formación gerencial y administrativa, así como un desconocimiento en las reglas sobre derechos de autor y propiedad intelectual. Es por esto que una estrategia a varios niveles (educación técnica y universitaria) en la que el SENA y el Ministerio de Educación estén involucrados para una adecuada gestión del talento humano del sector. De otra forma, las falencias que se presentan pueden hacer fracasar los esfuerzos por promover la industria.
- Instrumentos de medición y evaluación. Partiendo de la premisa “Lo que no se mide, no se puede controlar”, es clave tener un instrumento de medición que entregue cifras confiables y con una periodicidad adecuada sobre el sector. Colombia cuenta con la Cuenta Satélite de Cultura del DANE, no obstante, esta debe ser modificada para que responda al diseño de la Política Naranja. En esa línea, es importante contar con un instrumento de evaluación de la política, de tal forma que los análisis de impacto que se hagan sobre las intervenciones realizadas en el sector, cuenten con herramientas confiables, de cara a continuar con los estímulos brindados y a focalizar los esfuerzos del Estado.
- Política pública frente al dinamismo del sector. Las industrias creativas, al igual que otros sectores relacionados con la cuarta revolución industrial, están en constante cambio. Esto quiere decir que las políticas que se diseñen para estimular, pueden caducar rápidamente. Nuevos esquemas en las relaciones laborales, nuevos nichos que lleven a no tener regulaciones y que afecten sectores tradicionales, o sectores que no estén sujetos a tributar, pueden ser algunos de los ejemplos para evaluar cómo abordar el sector.
- Reflexiones finales
Quedan varios interrogantes, sobre todo frente al rol del Estado, teniendo en cuenta el ritmo de desarrollo que está teniendo el sector. ¿El Estado podrá responder a las necesidades de los emprendedores naranja, al ritmo que se necesita? Un Estado fuerte es necesario para promover el sector y su internacionalización. Es todo un desafío adoptar tecnologías que la economía naranja necesita, más teniendo en cuenta que es un sector que estimula la innovación y la adopción temprana de herramientas para su desarrollo. Es de todos sabido que Colombia requiere diversificar su oferta exportable y promover la inversión extranjera en sectores diferentes al minero-energético. En este imperativo la economía naranja puede ser un jugador dinámico. Para ello es preciso atender los retos que se han señalado, utilizar los incentivos que se han promovido, y más importante aún, evaluar su impacto para ajustar las políticas de manera oportuna y mejorar su efectividad. En cualquier caso, es necesario que la política desarrollada para el estímulo de la economía naranja, esté enmarcado en las exigencias de un ecosistema del que hacen parte todos los actores del sector. De cómo se aborden los retos de la economía naranja dependerá la sostenibilidad de la industria y su éxito como un nuevo pilar de desarrollo del país.
Por: Giovanni Andrés Gómez, Director de Asuntos Económicos Analdex