Editorial

Cuando escribo estas notas no se conoce la suerte del proyecto de Ley de Financiamiento, nombre  por el cual se conoce la reforma tributaria que quiere sacar adelante la administración del  Presidente Duque. Cualquiera que sea el resultado lo cierto es que el país requiere una administración tributaria, aduanera y cambiaria moderna, transparente y segura.

En el campo aduanero, por ejemplo, el país ha avanzado en la adopción de una nueva normativa aduanera, la cual sin embargo, no ha sido puesta en vigencia en su gran mayoría de aspectos. La no puesta en marcha de la regulación se debe a la falta de un servicio informático electrónico robusto que permita gestionar el riesgo, con lo cual se podría tener un mejor conocimiento de los operadores de comercio exterior y por esta vía obtener una mayor efectividad en los procesos de inspección y de control sobre los cargamentos.

En la actualidad, la debilidad de las herramientas electrónicas lleva a que en algunas seccionales de la Dian los inspectores tengan desbordada su capacidad de actuación, haciendo que los procesos sean costosos e ineficientes para los usuarios. Pero igualmente que no se interactúe con otras  entidades como Polfa o Antinarcóticos y entonces los usuarios se vean sometidos a tres procesos diferentes.

Lo que hemos propuesto, desde el sector privado, es que la Dian debe mirar hacia la filosofía de las
aduanas del siglo XXI propuesto por la Organización Mundial de Aduanas – OMA, con pilares como
la gestión del riesgo basado en la información, colaboración aduana – empresa y en el uso de las
tecnologías.

En nuestro caso, eso debe materializarse con la transmisión de información e interoperabilidad de
la plataforma electrónica con las demás entidades intervinientes de comercio exterior a través de la VUCE, permanente revisión de los impactos normativos sobre la eficiencia de los procesos, utilización del Big Data, entre otros.

Por su parte, en el campo tributario seguimos a la espera de una reforma estructural que permita
introducir un principio fundamental, la simplificación tributaria.

Las reformas tributarias que se han aprobado en los últimos años han retrocedido en este propósito. En su afán de lograr obtener los recaudos necesarios para tapar los huecos fiscales hemos terminado por hacer cada vez más complejo el sistema tributario
colombiano.

Tal vez, deberíamos aprender un poco del sistema tributario de Chile. En ese país, cambiaron de un modelo tributario basado en la fiscalización a uno de cumplimiento voluntario de las obligaciones
tributarias. Para ello, le dieron mucha fuerza al cambio de cultura a través de una Dirección de Cumplimiento, que busca las causas que dan origen a la comisión de infracciones por parte del contribuyente. Es decir ¿Por qué el contribuyente no pagó? ¿Por qué pagó menos o por fuera de los plazos establecidos?, para ello resulta fundamental poder contar con información no solo por parte de la administración sino por parte de los contribuyentes.

Para que estos procesos se consoliden, es preciso generar confianza, para ello pueden establecer tribunales especializados tributarios, aduaneros y cambiarios que resuelvan las controversias entre los usuarios y la autoridad.

La eficiencia y competitividad que demandan los mercados internacionales no esperan a que en Colombia resolvamos nuestros líos internos, debemos lograr que nuestros procesos sean competitivos si queremos participar de la economía internacional adoptando las buenas prácticas que utilizan nuestros vecinos y competidores.

Por: Javier Díaz Molina, presidente ejecutivo Analdex