Liderar, empoderar y valorar para la sostenibilidad empresarial

La primera razón que debería justificar ser una empresa sostenible es la supervivencia como seres humanos: contribuir y no destruir la posibilidad de que permanezcamos en un planeta sostenible y equitativo.

Si esto no fuera suficiente, otra razón sería sobrevivir como empresas en un mercado cada vez más
exigente con la calidad, concepto que ha evolucionado en sus características hacia otras dimensiones como el valor social y el valor ambiental.

Para sobrevivir como raza humana con cierto bienestar -sin agotar esta posibilidad para las futuras generaciones- y responder como empresa al concepto de calidad que incorpora los valores sociales y ambientales, se ha construido una agenda de trabajo global: los Objetivos de Desarrollo  Sostenible (ODS), que buscan generar acciones y transformaciones sustanciales para el año
2030 a través de 17 objetivos y 169 metas. Estas metas fueron revisadas y priorizadas para nuestro país a través del CONPES 3918 de 2018, en el cual se realiza una exposición del estado actual de cada objetivo y se establecen compromisos e instrumentos para avanzar hacia el desarrollo
sostenible.

La relación o pertinencia de los ODS con el mundo empresarial es indiscutible; de acuerdo con el estudio del 2016 realizado por Pacto Mundial y Accenture, el 87% de los 1000 CEO encuestados,
está de acuerdo en que los ODS brindan una oportunidad esencial para que las empresas reorganicen sus enfoques para la creación de valor sostenible.

Si bien, todos los ODS merecen reflexión y atención, saltan a la vista de manera arbitraria por lo menos dos que deberían motivar al sector empresarial a cambiar sus prácticas: el ODS 12 relacionado con la producción y el consumo responsables y el ODS 11 relacionado con industria, innovación e infraestructura.

Para el ODS 12, nuestro país se ha propuesto mejorar la tasa de reciclaje de residuos sólidos pasando del 10% actual al 17,9%, lo cual es un aporte, pero no el único ni el suciente para
hablar de producción y consumo responsables. En cuanto al ODS 11, la meta que marca el CONPES es la de ampliar la cobertura de internet en el país al 100% para el 2030; sin embargo, en el marco de este objetivo están presentes otras oportunidades para las empresas, en términos de inversión
en avances tecnológicos para el crecimiento económico, la sostenibilidad ambiental, la oferta de nuevos empleos y la eficiencia energética, entre otros.

Las señales del entorno indican que la sostenibilidad es vista cada vez más como una fuente de ventaja competitiva, tendencia por fortuna en ascenso. Vivimos la Cuarta Revolución Industrial, una era de avances tecnológicos sin precedentes, la cual se instala en un momento de serios
desafíos ecológicos y sociales. Afortunadamente, muchas empresas en todo el mundo se están comprometiendo con encontrar soluciones innovadoras y rentables a estos problemas; un estudio sobre sostenibilidad del 2013 -Global Compact y ONU-Accenture- encontró que el 63% de los directivos esperan que la sostenibilidad transforme su industria en cinco años.

Reconociendo la fundamental necesidad de un cambio sostenible queda preguntarse: ¿Cómo pueden las empresas abordar estos problemas y asumir las responsabilidades emergentes relacionadas con la realización de un mundo sostenible? Lo primero es tener en cuenta que ser sostenible no es una estrategia de responsabilidad social, ni es un acto de filantropía, la sostenibilidad debe adoptarse en el ADN organizacional de tal suerte que cada decisión gerencial agregue valor, no solamente económico para sus propietarios, sino también, valor social y ambiental para los grupos de interés. La buena noticia es que muchas organizaciones ya cuentan con gerentes ambientales que son los llamados a liderar este reto. Tradicionalmente, este tipo de gerentes se han centrado en desarrollar estrategias ambientales y de gestión de los grupos de interés, pero ahora deben expandir su influencia a los campos de innovación y tecnología.

Tres acciones concretas para avanzar hacia la incorporación efectiva de la sostenibilidad al interior de las empresas son: liderar, empoderar y valorar.

Liderar implica tomar decisiones desde la alta gerencia que pueden incluso afectar su modelo de negocio. Por ejemplo, una empresa con un modo de producción tradicional de ‘tomar, fabricar y desechar’, podría evolucionar hacia la economía circular incorporando procesos de reciclaje,
reutilización y optimización del uso de los recursos disponibles.

Empoderar implica fortalecer capacidades del talento humano al interior de la empresa. Un buen liderazgo sin los seguidores adecuados puede dejar la sostenibilidad en el campo de las buenas intenciones, pero sin ninguna ejecución real. En este ámbito, los gerentes ambientales tienen
total relevancia, pues son los llamados a asegurar que los equipos de trabajo reciban una formación idónea, estimulante y hecha a la medida de las necesidades empresariales y de las búsquedas personales. Para ello, las alianzas con la academia pueden favorecer la identificación/diseño de los currículos adecuados.

Valorar permite comparar los avances de la empresa frente a diversos estándares de sostenibilidad. Organizaciones como B Lab y el Pacto Mundial de las Naciones Unidas se han asociado para crear y fomentar la implementación de una plataforma práctica de gestión (robusta, de acceso público y orientada al desempeño) para que las empresas evalúen, comparen
y mejoren su desempeño en relación con los ODS.

Liderar, empoderar y valorar: tres acciones que pueden definir la supervivencia empresarial y aportar a nuestra supervivencia como raza humana.

Por: Diana Marcela Puerta López, Directora de Maestría en Gerencia Ambiental y Maestría en Gerencia y Práctica del Desarrollo, Universidad de los Andes