Colombia y su entrada a la OCDE: retos y perspectivas

En las últimas semanas se ha escrito mucho sobre el ingreso de Colombia a la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo- OCDE a raíz de la suscripción del convenio de adhesión el pasado 30 de mayo en París. Dadas las discusiones recientes, es oportuno examinar qué es la OCDE, cuáles son sus objetivos y actividades, qué puede ganar Colombia de su membresía y qué desafíos posibles enfrentaría en esta nueva función.

La antecesora de la OCDE, la Organización para la Cooperación Económica Europea (OCEE), se creó en 1948; tenía como propósito administrar los fondos del denominado Plan Marshall, dirigido a la reconstrucción de Europa tras la segunda guerra mundial. El éxito de la OCEE en sus propósitos de promover la prosperidad y la democracia en Europa, sirvió de base para una nueva organización, la OCDE, con la membresía inicial de países europeos más Estados Unidos y Canadá, en diciembre de 1960 (OECD 2018). Colombia ingresará como el miembro no. 37 de la organización y el 3º de América Latina después de México y Chile, y comenzará a aportar a su funcionamiento, como los demás miembros.

La OCDE es, principalmente, una plataforma de intercambio de información sobre políticas y buenas prácticas gubernamentales, para promover el bienestar económico y social entre sus miembros y a nivel global. En particular, la organización se enfoca en compartir experiencias y buscar soluciones a problemas comunes. El trabajo se desarrolla en buena medida por medio de 23 comités, los cuales se ocupan de diversos temas: agricultura, política de ciencia y tecnología, políticas económicas, economía digital, educación, mercados financieros, comercio, asuntos fiscales, industria, innovación y emprendimiento, empleo y asuntos laborales, política ambiental, salud, buen gobierno, inversiones, seguridad social, turismo. (OECD 2018). Las discusiones se basan en investigaciones de la Secretaría General de la organización, un equipo de altísima cualificación técnica y profesional. Éstas se complementan y enriquecen con aportes de las representaciones de los miembros. Además, la OCDE emite normas voluntarias sobre temas como aprovisionamiento responsable de minerales, protección al consumidor y corrupción. (The Economist 2017)

Los beneficios potenciales para un país miembro son importantes. Al participar en el trabajo regular de los comités y grupos de trabajo (más de 200), los países reciben información y se ilustran sobre el estado del arte en cada uno de los temas. Además, en dichos foros se adquiere conocimiento actual y de primera mano sobre la manera en que los países más desarrollados y otros en transición, están enfrentando desafíos en múltiples frentes y cómo lo hace de manera exitosa y eficiente. Tener pues, acceso a la información y el conocimiento de última generación sobre las diferentes esferas temáticas del quehacer gubernamental y poder interactuar con los mejores expertos del mundo en esas materias, es un privilegio.

Pero es justamente de la magnitud de las oportunidades de donde se derivan los principales desafíos para Colombia. Cuando se tenga la condición de miembro pleno, ya hechos la ratificación y el depósito del convenio de adhesión, habrá la oportunidad de participar en los 23 comités y 200 foros consultivos y de discusión.

Un primer desafío tiene que ver con la pregunta: ¿Va a estar nuestro país en capacidad de participar activamente en todos o al menos en la mayoría de ellos? La representación en esos órganos debería estar en cabeza de las entidades del gobierno que tienen responsabilidad sobre los temas que en cada uno se trata; pero, probablemente, esas instituciones aún no tienen claro que deben prepararse para tomar parte en dichos foros y que ello implica, no sólo contar con personal idóneo, de la más alta competencia profesional y técnica, sino disponer de los recursos presupuestales para tener una presencia responsable y activa en los comités y grupos de trabajo.

En adición a lo anterior, es crucial que el conocimiento e información resultante de la participación de nuestros representantes en las reuniones de la organización, no se quede simplemente en sus oficinas. Esta debe diseminarse de manera organizada, sistemática y regular, tanto al interior de la institución responsable del área temática, como a los demás entes gubernamentales con interés en la materia específica de que se trate.

Finalmente, el país debe asegurar que la información y el conocimiento valiosos que recibirá de la OCDE, sean ampliamente difundidos a la comunidad académica y a la sociedad en general. Ello requiere la organización juiciosa de un esquema de recepción, procesamiento y diseminación de la información, en el cual deberían participar, por ejemplo, las universidades colombianas. Sólo así podremos aprovechar plenamente los beneficios de pertenecer a un grupo de élite como éste.

Por: Eduardo Muñoz Gómez, Director MBA, PRIME Business School, Universidad Sergio Arboleda.