Inteligencia Artificial, mecanización y trabajo

Desde la primera Revolución Industrial, el trabajo automatizado ha ido incrementando su participación en los procesos productivos en la mayoría de sectores. Las dos últimas décadas han expandido aún más la utilidad que se le puede dar a las máquinas; las constantes mejoras tecnológicas y el nacimiento de la Inteligencia Artificial (IA) han ampliado el alcance de las tareas que pueden cumplir dentro de los procesos productivos. Estas nuevas máquinas son más eficientes y menos costosas que los trabajadores, por lo que la mecanización de la producción podría implicar una disminución en la demanda por mano de obra.

El debate generado por dicho fenómeno tiende a ser polarizador. En algunos círculos se afirma que las máquinas acabarán con el trabajo del ser humano, disparando el nivel de desempleo y causando graves problemas sociales. Por otro lado, varios economistas afirman que los avances tecnológicos incrementarán de manera sustancial la demanda de nuevos empleos y el nivel salarial de los sectores mecanizados. El problema, por más controversial que sea, va más allá de una simple dicotomía.

El marco establecido por Daron Acemoglu y Pascual Restrepo en el texto Artificial Intelligence, Automatization and Work intenta aclarar todas las consecuencias derivadas de la automatización. Los autores evidencian el carácter multifacético del problema y, mediante la formalización matemática de sus argumentos, delimitan los siguientes efectos de la mecanización:

a) Efecto desplazamiento: los avances tecnológicos hacen que las máquinas (capital) tengan una ventaja comparativa con respecto a la mano de obra al momento de realizar labores productivas. La instalación de capital nuevo disminuiría el nivel salarial de equilibrio, la demanda por trabajadores y el aporte de los mismos dentro del ingreso nacional. Si el mercado laboral es elástico, incrementaría la tasa de desempleo.

Las consecuencias del efecto desplazamiento no se evidencian en los modelos macroeconómicos convencionales a pesar de que sean los primeros efectos visibles de la mecanización. No obstante, la incorporación de máquinas no tiene efectos exclusivamente negativos:

b) Efecto productividad: al caer el costo de producción, el precio de los bienes de los sectores automatizados tiende a caer. Este desplome de los precios incrementaría el ingreso real de los hogares, enriqueciendo la sociedad e impulsando la demanda por otros bienes. Los fabricantes de estos productos tendrían que contratar más trabajadores para responder al aumento de la demanda de los consumidores, aumentando el nivel salarial y la demanda del mercado laboral.

Otra externalidad positiva ligada a la mecanización es el impulso de sectores complementarios. Aquellas industrias con baja tasa de automatización que estén fuertemente vinculadas a los sectores tecnificados expandirán sus operaciones y, por transitividad, su demanda por trabajadores. Si los avances tecnológicos afectan sectores que ya se encontraban utilizando máquinas de manera intensiva, el efecto desplazamiento no podría materializarse; sólo se observaría un incremento en la productividad de los trabajadores.

El problema principal ligado al efecto productividad como herramienta para contrarrestar el efecto desplazamiento es que el aporte de la fuerza laboral en el ingreso nacional siempre caerá. Por más fuerte que sea el incremento en la productividad, los trabajadores participarían paulatinamente menos en la producción. Sin embargo, existe una última fuerza ligada a la mecanización que permite eliminar dicho problema:

c) Efecto reintegración: la creación de nuevos empleos, labores y actividades en las que la mano de obra tiene una ventaja comparativa con respecto al capital evidentemente incrementa la demanda por trabajadores y neutraliza la caída de la participación del trabajo en el ingreso. Un ejemplo histórico de este efecto se vio en la expansión masiva de los empleos ofrecidos por el sector terciario luego de que llegara la automatización del campo y de ciertas industrias en el Reino Unido. En el caso colombiano, el sector de los servicios ocupa presentemente a más del 50% de los trabajadores.

Los beneficios del efecto reintegración no son inmediatos: el periodo requerido para que la  relocalización de los trabajadores en otros sectores sea exitosa es extremadamente larga. Este hecho es aún más extremo en el caso de que los nuevos empleos demanden un nivel alto de conocimiento. La disparidad del conocimiento puede reducir las ganancias en productividad. Por otro lado, si el ritmo de mecanización es excesivo, se generarán varias ineficiencias en la cadena productiva y se reducirá la productividad de los trabajadores.

En conclusión, el debate sobre el impacto de la automatización del trabajo es complejo. Es importante considerar los sacrificios relacionados con el proceso pero también es fundamental entender todos los frutos resultantes del mismo. La experiencia internacional y la evidencia en Colombia advierte que la automatización de procesos ha desplazado trabajo hacia sectores nuevos de la economía, tales como diferentes servicios, que como se comentó anteriormente, ocupan cada vez un mayor campo en la economía del país. Esto adquiere aún más relevancia en el contexto de la búsqueda de nuevos sectores de la economía que sean protagonistas en las exportaciones del país.

El gobierno en su Plan de Desarrollo 2014-2018 se propuso una meta de exportar USD 30.000 millones en bienes y servicios no minero-energéticos. Si bien la meta no será cumplida por un amplio margen, debe reconocerse que en el sector servicios las exportaciones han tenido una dinámica positiva que debe mantenerse en los próximos años.

Acemoglu, Daron and Restrepo, Pascual, Artificial Intelligence, Automation and Work (January 4, 2018). MIT Department of Economics Working Paper No. 18-01. Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=3098384 or http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.3098384

Por: Carlos Castiblanco y Giovanni Andrés Gómez
Dirección de Asuntos Económicos Analdex