Diagnóstico del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe

Héctor Barrios Carranza

Giovanni Andrés Gómez

Dirección de Asuntos Económicos

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentó un análisis de la recuperación comercial en curso en América Latina y el Caribe (ALC) frente a una dinámica mundial favorable, trazando un balance de la capacidad de competir en los mercados mundiales. La información y el análisis recolectado serán útiles para el diseño y la implementación de políticas orientadas a aumentar la competitividad y posicionarse en las nuevas corrientes del comercio internacional determinadas por el desarrollo de la economía digital.

Desde el 2016 el comercio mundial de bienes ha estado en recuperación frente a la fuerte crisis que vivieron varias economías –especialmente en desarrollo- en años anteriores, mostrando buenos signos tanto en el crecimiento económico como en el valor de sus importaciones y exportaciones gracias al incremento de los precios de varias materias primas y de la expansión de los volúmenes comercializados.

Sin embargo, ya parece evidente el agotamiento del auge de los precios de los commodities, anunciando una posible desaceleración para el segundo semestre del 2017. Además, tanto la transformación estructural del mercado del petróleo en Estados Unidos, resultante de la adopción de técnicas extractivas no convencionales, como la creciente incertidumbre sobre la tasa de crecimiento de largo plazo de la economía China, determinan expectativas estables o incluso bajistas para los próximos trimestres.

El valor de las exportaciones de ALC se fue suavizando y recuperando a finales de 2016 y exhibió un notable incremento de 13,2% en el primer semestre de 2017, mejorando sus términos de intercambio y los saldos de la cuenta corriente de la región que fueron insuficientes para recuperar los déficits acumulados en cuatro años de contracción comercial continua. Debe señalarse que la recuperación se vio impulsada sobre todo por un volátil aumento de los precios del petróleo y otros minero-energéticos, asociado a una frágil expansión de los volúmenes y concentrada en pocas economías, tal como se observa con las mayores exportaciones a China.

La región ha perdido participación en varios mercados, sobre todo debido a un débil desempeño de la competitividad. La participación de ALC en los flujos mundiales se redujo de 6,16% en 2010 a 6,07% en 2015, representando una pérdida de 14,3 mil millones de dólares para la región.

En general, se evidencia un patrón generalizado de baja competitividad en los sectores de mayor valor agregado, tal como se evidencia en el sector de las manufacturas de origen industrial y las manufacturas de origen agropecuario y minero. La desagregación del efecto competitividad por destino revela que ALC se rezagó principalmente en el mercado intrarregional y restó 2,7% al crecimiento de las ventas externas totales en 2010–2015. La región también perdió terreno frente a sus competidores mundiales en el mercado de la UE, a pesar de que México y el Caribe siguieron una tendencia opuesta al resto. En los demás destinos, ALC se benefició de una mayor competitividad, particularmente en los destinos asiáticos. Frente a estos resultados, los desempeños son heterogéneos, reflejando asimetrías interregionales.

El diagnóstico para ALC certifica la urgencia de adoptar políticas de estímulo a la productividad, orientadas a mejorar el posicionamiento competitivo en los mercados internacionales y aprovechar las oportunidades de las tecnologías disruptivas como el comercio electrónico. Y es precisamente previsualizando el futuro, en un contexto global de frágil recuperación y de baja competitividad regional, el comercio electrónico nace como una potencial fuerza revitalizante del comercio y del crecimiento.

En el comercio electrónico se hallan oportunidades tanto en el comercio entre empresas como el existente entre empresas y consumidores. Son muy pocos los países de América Latina que participan activamente en el comercio electrónico, entre ellos Brasil, México y Argentina, quienes conjuntamente sumaron un 70% del valor de las transacciones de la región en el 2015. ALC, sin embargo, está rezagada en la adopción de un marco regulatorio moderno y armonizado –el actual es incompleto, poco claro y fragmentado-, lo que se suma a otras barreras, tanto analógicas como digitales, que impiden el aprovechamiento de las oportunidades que surgen de las nuevas tecnologías.

El crecimiento de Colombia, pese a la recuperación en ciertos valores, sigue siendo leve. Hoy en día el país se beneficia de este auge del comercio y los precios internacionales, pero la economía interna no reacciona lo suficiente para aprovechar y distinguir las mejores oportunidades en los mercados externos e internos. El panorama parece desalentador en algunos sectores pioneros de otros años, mientras el Agrícola es el que lleva las riendas en lo corrido del 2017. La competitividad es uno de los pilares para poder interactuar en todos estos mercados, buscando el crecimiento y las ganancias para el país, por ello Colombia debe trabajar en estos aspectos en las industrias con mayor valor agregado, dejando atrás el fantasma de los productos minero-energéticos e integrándose a un flujo comercial donde los encadenamientos, la tecnología y la inversión son claves.

Por la parte del comercio electrónico, la participación es muy pequeña pese a todas las oportunidades de prestación de estos servicios e intercambio de bienes que se originan en Colombia y en el exterior. La población y los consumidores se adaptan más rápido a la demanda de productos por estos canales, pero para toda la región se destaca que son las empresas quienes no han adaptado su modelo comercial y de acaparación del mercado por estas vías. Se espera que los gobiernos y el sector privado comiencen a participar de estos mercados, ojala con políticas que incentiven la inversión y la internacionalización.