Aunque mejoran las perspectivas de la economía mundial, las perspectivas para Colombia en 2017 descienden
En pasados días el Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó una actualización de sus perspectivas de la economía mundial, resaltando el importante momento que se tiene por cuenta del repunte económico tras los pasados años cuando la economía estaba estancada con delicados problemas en el mercado financiero.
El repunte, que aseguran inició en el 2016, tiene como protagonistas a varias economías asiáticas como la de Japón y China, Europa, Rusia y Estados Unidos, evidenciándose un buen flujo comercial, condiciones financieras favorables y la normalización monetaria que aplica Estados Unidos y próximamente Europa, a pesar de incertidumbre en torno a las tensiones geopolíticas, problemas financieros en economías emergentes, fenómenos meteorológicos extremos y la adopción de medidas erradas que puedan afectar mercados como el financiero.
Las proyecciones apuntan a que el crecimiento mundial será de 3,6% para el 2017 y de 3,7% para el 2018, presentando un amplio margen de diferencia frente al crecimiento del 2016 que fue de 3,2%. La organización afirma que esta mejora, más allá del dato, esconde el crecimiento débil de muchas economías emergentes, no obstante, no deja de ser una oportunidad para abordar temas de política económica, vigilar la distribución de los ingresos, buscar la resiliencia ante choques externos y juntar esfuerzos multilaterales de cooperación internacional para hacer frente a los retos comunes en busca del crecimiento económico.
Así las cosas, precisamente el FMI advierte frente a la pasada crisis de los precios de las materias primas atravesada por varios países de América Latina, la cual puso en aprietos a los exportadores y detuvo no solo el crecimiento económico de la región sino también el ingreso per cápita. Por consiguiente, las condiciones económicas para estas economías siguen siendo difíciles pero hay destellos de mejora, manteniendo un perfil más lento de crecimiento (1,2% para 2017 y 1,9% para 2018), donde la probabilidad de recesión para la región descendió.
Sobre la inflación para las economías emergentes y en desarrollo, siendo otro de los temas fundamentales del análisis del FMI, las tasas de inflación subyacente se han moderado al desvanecerse los efectos del pass-through (traslado de los precios de las depreciaciones frente al dólar de Estados Unidos sobre la inflación), por lo que ahora las probabilidades de deflación en América Latina aumentaron.
Con respecto a Colombia, la proyección de crecimiento del Fondo se ubica en 1,7% y 2,8% para el 2017 y 2018 respectivamente, sin embargo, se anima a decir que con el aumento del gasto en infraestructura, la reforma tributaria que es favorable a la inversión y el aumento de confianza tras el acuerdo de paz, el crecimiento a mediano plazo podría estar en 3,5%. La proyección no obstante es menor al crecimiento que anunció en julio pasado donde estimaba un crecimiento del 2% para el 2017.
Sobre infraestructura, este es de vital importancia tal como el FMI reconoce puesto que esta compensa una brecha histórica que Colombia tiene en este ítem al compararse con demás países emergentes, aportando a la atracción de inversión privada y al acceso a mercados que resulta beneficioso para los exportadores especialmente y, en general, mejora la situación económica del país en el mediano plazo.
De igual manera, la CEPAL modificó positivamente sus perspectivas para la región, estimando un crecimiento de 1,2% del PIB para la región en el 2017 y de 2,2% para 2018. Para Colombia se pronostica que crecerá 1,8% y 2,6% para el 2017 y 2018 respectivamente, coincidiendo con las previsiones antes entregadas por el Banco Mundial.
Varios de estos cambios positivos son provocados por perspectivas favorables de la región en la economía y comercio mundial, que por un lado les beneficia la recuperación y posible estabilidad de los precios de las materias primas y también el apoyo gubernamental en varios países donde la inversión pública y privada logran librarse de ciertos obstáculos e incentivar la industria y el entorno empresarial, permitiéndose la diversificación de la estructura productiva que genera un mayor valor agregado y la incorporación de tecnología y conocimiento. Por lo tanto, estos espacios pueden fomentar un proceso de crecimiento económico más dinámico y sostenido en el tiempo, resultando fundamentales para aminorar los efectos de choques externos sobre el desempeño de las economías en el mediano y largo plazo.
La economía colombiana, que atravesó la peor crisis de su historia recientemente, comienza a volver a ponerse en la senda de crecimiento junto con varias de las economías latinoamericanas. Este cambio de tendencia favorable, entre otras cosas, sigue el efecto de la ayuda del Estado por intervenir las deficiencias y crear resiliencias ante futuros choques, tal como lo nombran los organismos multilaterales.
Así mismo, la confianza inversionista y empresarial debe comenzar a recuperar valores de tiempos anteriores seguramente de la mano de la inversión pública. La caída del consumo privado ya tocó fondo y de nuevo es fuente de restablecimiento de los mercados nacionales y de demanda de bienes internacionales, denotando claramente la importancia del nuevo contexto comercial mundial donde se interpone la iniciativa colombiana de recuperar terreno sobre las exportaciones, pero desde el punto de la ampliación de mercados, mejoras de calidad y diversificación de bienes que busque alejar el llamado “resfriado holandés” que sufrió el país.
Para finalizar, si bien el mundo empieza a tener mejores perspectivas en su crecimiento para 2017 y 2018, Colombia debe analizar cuáles son los cambios que debe hacer para estimular su economía, pues esta se encuentra resentida y con perspectivas a la baja para el cierre de 2017.
Fuente: Dirección de Asuntos Económicos_Héctor Barrios