Reforma tributaria y zonas francas – Analdex
Es indudable que Colombia necesita una reforma tributaria, pero no cualquier reforma; debe ser una estructural, de la que tanto se ha venido hablando. Aunque no se puede negar que la necesidad de recursos, el poco tiempo y la preocupación de que nos bajen el grado de inversión que tenemos, presionan su trámite.
La tasa del impuesto de renta en Colombia, que bajará al 32%, aún sigue siendo alta cuando nos comparamos con la Unión Europea 21,3%, Asia 21,9%, América Latina 27,5%, OECD 24,1% y el promedio global 23,6%, lo que no lleva a evaluar si somos competitivos para atraer la inversión y en general para crear y desarrollar empresa, sin duda alguna hay que hacer un mayor esfuerzo y mandar un mensaje más claro, para estar siquiera cerca del promedio Latino, es decir, que este impuesto debería estar alrededor del 27 o 28% .
El mejor mecanismo para atraer inversión es sin duda alguna la estabilidad y seguridad jurídica, aunque el mejor ejemplo frente a estos dos postulados no es precisamente lo que se señala con las zonas francas cuando se propone cambiarle las reglas de juego y entre otras cosas, modificar su tarifa de impuesto a la renta y la base para el cálculo del IVA, cuando no se le permite descontar el valor del componente nacional en lo exportado.
Es importante recordar que es finalidad de las zonas francas: ser un instrumento para la creación de empleo y para la captación de nuevas inversiones; ser polo de desarrollo que promueva la competitividad en las regiones donde se establezca; desarrollar procesos industriales altamente productivos y competitivos, bajo los conceptos de seguridad, transparencia, tecnología, producción limpia y buenas prácticas empresariales; promover la generación de economías de escala; y, simplificar los procedimientos del comercio de bienes y servicios, para facilitar su venta.
Para lograr estos propósitos, se debe contar con la estabilidad de los beneficios del régimen franco; la claridad en las reglas de juego para los empresarios debe ser la garantía de que las condiciones no cambien y que se mantengan los mismos supuestos que originaron o motivaron el compromiso de inversión y empleo. Hoy por hoy, las zonas francas en nuestro país generan más de 70.000 empleos directos, 360.000 indirectos y más de 20.000 millones de dólares en inversiones.
Se argumenta que en una situación de angustia fiscal no se puede mantener un sacrificio como el que se le otorga al régimen franco. Sin embargo, diversos estudios muestran que por cada peso que el fisco deja de percibir se generan 3 por las actividades vinculadas con las zonas francas. Dejar que el instrumento madure y muestre su potencial para generar nuevas inversiones y nuevo empleo debería ser la consigna en los actuales momentos en los que debemos pasar de una economía basada en el sector minero energético a una basada en manufacturas, agroindustrial y servicios.